Cuando Ezequías, rey de Judá, sufrió el asalto de Senaquerib, fueron a él los tres altos personajes del rey enemigo para aterrorizarle con temores de quiebra de alianzas, de potencias que ya le circundaban. A las palabras de los poderosos enviados, respondieron Elyaquim, Sebná y Yoaj: “Habla de forma que el pueblo no comprenda” (para que el pueblo aterrorizado no invocara la paz). Pero esto es lo que querían los mensajeros de Senaquerib, así que dijeron con fuerte voz y en perfecto hebreo: “Que no os seduzca Ezequías… Concertad con nosotros lo que os conviene y rendíos, y todos podrán comer de su vid y de su higuera, y podréis beber el agua de vuestras cisternas, hasta cuando vengamos a llevaros a una tierra como la vuestra, fecunda, rica en vino, una tierra abundante de pan y uvas, tierra de aceitunas, aceite y miel; así viviréis y no moriréis…”. Y está escrito que el pueblo no respondió porque había recibido la orden del rey de no responder.
Ved. Yo también, por compasión de vuestras almas asediadas por fuerzas más feroces aún que las de Senaquerib, que podía dañar los cuerpos mas no lesionar los espíritus — mientras que la guerra que os plantea el ejército enemigo capitaneado por el más fiero y cruel déspota que hay en la creación es contra vuestros espíritus —, Yo también he rogado a sus mensajeros, a esos mensajeros suyos que, para perjudicarme a mí en vosotros, tratan de aterrorizarnos a mí y a vosotros con amenazas de tremendos castigos, los he suplicado diciendo: “Habladme a mí, pero dejad en paz a las almas que nacen ahora a la Luz. Meteos conmigo, torturadme a mí, acusadme a mí, matadme a mí, pero no os ensañéis con estos pequeñuelos de la Luz. Son débiles todavía. Un día serán fuertes, pero ahora son débiles. No arremetáis contra ellos. No arremetáis contra la libertad que tienen los espíritus de elegir un camino. No arremetáis contra el derecho que Dios tiene a llamar a sí a estos que le buscan con sencillez y amor”.
¿Pero puede, acaso, uno que odia ceder a las súplicas de la persona odiada? ¿Puede, acaso, uno que es víctima del odio conocer el amor? No puede. De aquí que, con mayor dureza aún, y cada vez con mayor dureza, vendrán a deciros: “Que no os seduzca el Cristo. Venid con nosotros y tendréis todos los bienes”. Y os dirán: “¡Ay de vosotros si le seguís! ¡Seréis perseguidos!”. Y os urgirán con ficticia bondad: “Salvad vuestras almas. Es un Satanás”. Muchas cosas os dirán de mí, muchas, para persuadiros a abandonar la Luz.
Yo os digo: “A los tentadores responded con el silencio”. Después, cuando descienda la Fuerza del Señor a los corazones de los fieles de Jesucristo, Mesías y Salvador, entonces podréis hablar, porque no seréis vosotros, sino el mismo Espíritu de Dios, el que hablará en vuestros labios, y vuestros espíritus serán adultos en la Gracia, fuertes e invencibles en la Fe.
Sed perseverantes. Sólo os pido esto. Recordad que Dios no puede ceder a los sortilegios de un enemigo suyo. Que sean vuestros enfermos, aquellos que han recibido confortación y paz en su espíritu, los que hablen siempre entre vosotros, con su sola presencia, de quién es el que vino a vosotros para deciros: “Perseverad en mi amor y en mi doctrina y tendréis el Reino de los Cielos”. Mis obras hablan más aún que mis palabras, y, a pesar de que saber creer sin necesidad de pruebas sea perfecta bienaventuranza, os he permitido ver los prodigios de Dios para el fortalecimiento de vuestra fe.
Responded a vuestro cerebro, tentado por los enemigos de la Luz, con las palabras de vuestro espíritu: “Creo porque he visto a Dios en sus obras”. Responded al enemigo con el silencio activo y diligente. Y con estas dos respuestas caminad en la Luz. La paz sea siempre con vosotros».
Y los despide. Luego se encamina afuera de la plaza.